notas al margen
CECILIA VELASCO 1
MANO A MANO
La primera vez que oí hablar de los encuentros Mano a Mano entre poetas, trabajaba en el Centro Cultural San Sebastián del Banco Central y escribía reseñas y casi ejercicios críticos para el periódico Hoy en una columna titulada Lengua altanera, en la que a veces me permitía destrozar lo que creía que debía ser destrozado, lo que me hizo acreedora a alguna enemistad, pero la que también me permitió recibir respuestas inolvidables, como una nota escrita de puño y letra por Jorge Enrique Adoum, que agradecía el que se hubiera celebrado un aniversario de sus Cuadernos de la Tierra mediante una larga página de análisis.
Aunque en mi casa de infancia y juventud habíamos dedicado horas de la vida familiar a seguir en TV la trayectoria de Mohamed Ali, no reconocí en ese momento, año 2004, la potencia que esos match irían a tener. Necesité años para reconocer hasta qué punto me interesaba esa práctica de violencia, barbarie y ballet que es el box. Ahora, al escuchar algunas peleas, por ejemplo, entre María Fernanda Espinosa e Iván Oñate, Natasha Salguero contra Julio Pazos, Maritza Cino frente a Galo Torres, Margarita Laso y Nani Cazón, he vuelto a sentir una cierta excitación, desde luego reposada, en algo similar a estar contemplando, sola, un encuentro pugilístico entre dos boxeadores encerrados en un cuadrilátero del que no hay escapatoria.
Si bien no espero que el uno derrote al otro o la otra y lo/la noquee, hay momentos en he reconocido que uno o una de las dos es mi favorito, y que asestó un buen golpe. Me he identificado más con la visión del poema como un momento de despertar de la conciencia o una estrategia para la redención del infierno, que con aquellas que hablan del compromiso de la poesía con la política. Y, aun así, me he dicho a mí mismo: No importa si coincides o no. Esa es otra voz y tiene valor. Me ha impresionado que, en medio del combate, se establece un diálogo en el que el azar juega su parte, más que un contrapunteo. Cuando el uno concluye su poema sobre Borges, la otra nos hace estremecer con un texto cuyo motivo es el hambre en una aldea africana y bien dice que “aunque no venga al caso, viene totalmente al caso”: el movimiento dialéctico de antípodas crea una síntesis que tal vez solo quien escucha pueda estructurar en su cerebro y a través de sus sentidos.
1 Cecilia Velasco es una quiteña avecindada en Guayaquil. Es profesora en la Escuela de Literatura de la Universidad de las Artes y tiene un master en literatura.
Ejerció la docencia en la Universidad Católica de Quito, y por dos décadas en el Colegio Alemán. Fue editora de la revista Difusiòn Cultural del Banco Central del Ecuador, así como colaboradora del extinto periódico quiteño Hoy, en su sección de reseña, crítica literaria y columnas de opinión. Se desempeñó como editora de la Campaña de lectura Eugenio Espejo y de la Revista Rocinante, y fue coeditora de la revista digital Tete-a-tete.
En el año 2010 obtuvo el Premio latinoamericano de novela infantil y juvenil con Tony, que ha sido leída en varios países de América Latina y fue reeditada en el Ecuador por editorial Andarele. Ha publicado obras con Loqueleo, y Panamericana, en Colombia.
En octubre de 2017, Alfaguara auspició la circulación de El Día de la Gratitud. En ese mismo año, ideó una ronda de diálogos con el Centro Cultural Benjamín Carrión, Quito, titulada La palabra encendida, en la que charló con seis escritores y escritoras.
Desde 2019, se encarga de la producción y conducción del mismo programa en Guayaquil, lo que le ha permitido dialogar con personalidades de la cultura, como Peter Mussfeldt, Santiago Roldós y Pilar Aranda, Sonia Manzano, Paulina Briones, Andrés Crespo, María Fernanda Ampuero, entre otros.
ARS POÉTICA
La réferi anuncia al comienzo quiénes intervendrán y explica que se ha acordado reglas, según las cuales, uno de los dos arrancará primero. Al final, le he oído decir más de una ocasión que por igual los dos contendientes han obtenido puntos, y que no hay nocaut, y sí tiempo para un último round. En el transcurso de los sesenta minutos, los ahora oyentes y antes auditorio vivo del espectáculo en el precioso Teatro Prometeo, hemos escuchado el Ars Poética más o menos breve o elaborado de cada poeta y hemos asimilado diversas y opuestas explicaciones de la vieja pregunta: ¿Qué es poesía?
Somos llevados por esas voces humanas, los mínimos ruidos del papel al pasar la página, tal vez una leve imperfección del micrófono, los aplausos. No hay música de fondo ni efectos especiales. Solo la voz humana. Cómo me ha sorprendido la de Natasha Salguero o cuán suave y profunda es la de Julio Pazos, cómo sonaban las ondas sonoras emitidas por el aparato fonador de Ana María Iza. Es que la lectura nos recuerda que no solo la música, el teatro y la danza, la pintura son artes que involucran el cuerpo y tienen su efecto performático, sino que también la creación literaria posee corporeidad y se expresa a través del cuerpo. No solo de páginas.
Decía al comienzo de esta breve exposición que las tres entregas de Mano a Mano constituyeron en su momento una propuesta original, que se vio acompañada de un soporte visual de propaganda igualmente provocador. Diecisiete años después, el público podrá acercarse a este repositorio sonoro de la poesía sonora ecuatoriana, que reúne las reflexiones de muchos poetas, cuyos registros auditivos, pero también fotográficos, el proyecto ha ido albergando a lo largo del tiempo, y que compendia, además, trabajos de musicalización o experimentos elaborados a partir de los textos poéticos. De este modo, se ratifica lo moderno de la propuesta a través de la transdisciplinariedad y del diálogo entre generaciones, porque varios músicos y compositores contemporáneos se han apropiado de obra y las han modificado.
Resulta también digna de encomio la idea de juntar en un cuadrilátero o un escenario circular las voces e ideas de un poeta y una poeta, sin los rótulos de literatura de mujeres, (como si hubiera una de hombres). Los mujeres y las hombres poetas están y han estado reunidos a través de sus voces.
CONTENIDO EDUCATIVO
Me han invitado a reflexionar sobre el modo en que esta plataforma puede ser útil en el campo de la educación. Estoy segura de que lo es en varios sentidos. Hoy, sentarse o caminar mientras en el silencio de la mente, se va escuchando a Sigüenza, Adoum, Zapata, Sojos, Laso, leyendo el poema que se alterna con otro y va tejiendo significados inagotables, constituye una experiencia intensa y personalísima, que desarrolla la emoción y la inteligencia. En el mundo actual, saturado por imágenes sin filtro, noticias falsas, guerra de terror por la enfermedad y sus vacunas, influencers y tiktoks de toda índole, puede salvar de la alienación y la pérdida de sentido escuchar esas voces que actualizan el rito de leer poemas para el otro o para la tribu reunida.
Cuando se investiga la etimología de la palabra universidad, nos encontramos con que se trata de un préstamo del siglo XV del latín universitas, universitatis ‘universalidad, totalidad’, ‘compañía de gente, comunidad’, derivado de universum (V. universo ). Quisiera decir que creo en la universidad privada y pública como un lugar de encuentro de la totalidad del pensamiento. Sigo pensando que el pluralismo ideológico y político debe ser un baluarte de la educación universitaria. Por eso también, me parece potente esta plataforma, donde tienen cabida textos poéticos sin que haya habido un criterio legitimador político o, peor partidista. Felicito al equipo de producción y realización del enorme repositorio digital que hoy se lanza, en el que hallo una dosis de pasión y de locura, de desmesura y avidez, valores que la educación universitaria debe defender con convicción y apertura democrática.